Literatura y cultura de masas: un pacto faústico

El libro de Ana María Amar Sánchez (2000): Literatura y cultura de masas, juegos de seducción y traición, se propone estudiar los vínculos que la literatura establece con formas pertenecientes a la cultura de masas. La autora reconoce desde un comienzo la imposibilidad de hacer un estudio de esa naturaleza sin pararse en las diferencias: hablar de alta cultura, implica que hay una baja cultura; hablar de cultura de masas, () implica que hay una que no lo es (diferencias que no son más que subconjuntos de una larga cadena de oposiciones: vulgar/refinado, puro/impuro/, etc.); sin embargo, Amar Sánchez establece como actitud la búsqueda de los pliegues de esas diferencias, la exploración de los gestos con que las borran y destituyen constantemente (11).

De otro lado, Amar Sánchez, propone asociar cultura de masas a la extensión de los medios masivos (radio, cine, historietas, fotonovelas, televisión) y las formas de reproducción técnica, no sin estar consciente de la dicotomía que llega a establecerse entre cultura de masas y cultura popular, sobre todo si ésta se asocia más con la oralidad y con la tradición del folclor, una posición que vería en la cultura de masas más una influencia negativa que una forma de lo popular. En literatura esta cadena de oposiciones llega hasta la distinción entre literatura y paraliteratura.

Amar Sánchez trae a colación, la postura de varios intelectuales que han tratado el tema. Los primeros que menciona son los que han estudiado el asunto desde la historia de las mentalidades, especialmente Roger Chartier y Carlo Ginzburg, quienes entienden de una forma no esencialista la relación entre cultura popular y alta cultura: ven en ese conjunto una relación horizontal de mutua influencia, de constante contaminación mutua (Chartier destaca como ejemplos de esa influencia mutua dos casos: el de Ginzaburg, quien en su famoso libro El queso y lo gusanos, demuestra cómo Menochio, el humilde molinero casi analfabeta protagonista de su relato se apropia de lecturas literarias para argumentar y defender ante la Santa Inquisición su extraña cosmovisión; y el de Mijaiil Bajtin, quien en sus estudios sobre Rabelais, muestra la manera como este monje escritor cultísimo es capaz de dar cuenta en su literatura de la cultura popular del carnaval en la baja edad media).

Pero Sánchez también menciona a Certau, quien propone atender a los modos de uso y a las relaciones de fuerza que se establece entre “las dos culturas”, y más cercanamente a Martín Barbero y a García Canclini, el primero interesado por las recepciones y las resistencias y por la apropiación que se hace de los objetos culturales desde los usos; y el segundo profundizando en el carácter siempre híbrido de la cultura, atento a los conflictos y a las complejidades.

Pero a la mirada de las relaciones (complejas y no esencialistas) entre “las dos culturas”, Amar Sánchez suma el debate y la mirada políticos, que pasan por preguntas como: ¿es políticamente correcto el uso y apropiación de formas populares por parte de los miembros de la alta cultura? ¿No es necesario examinar la potencialidad política de los medios técnicos (Ezensberger)? ¿No implican los nuevos medios un fin a los sistemas “unitarios”, un pasaje esperado, conveniente a la heterotopía, un espacio de acceso a la democratización (Vatimo)? Pero también: ¿no es caso la literatura la respuesta más interesante a esta situación de complejidad (Eco)?

Amar Sánchez cree que la alta visibilidad de la cultura de masas a partir de la segunda mitad dl siglo XX, y cuyo signo más claro es su extensión y apropiación en obras típicas de la alta cultura, responde a la culminación de un largo proceso de expansión de las formas populares que, en un ambiente de conflicto, han luchado por legitimarse como formas privilegiadas de representación, capitalizando dos condiciones: la multiplicación de opciones expresivas que dan los nuevos medos (más allá de la escritura como forma privilegiada) y la convergencia de experimentación y consumo. En América Latina en particular, lo popular en la literatura ha estado presente ya sea en forma de géneros literarios populares, de influencias o animando el debate rechazo/canonización de las obras; de ahí la importancia de atender el hecho de que toda una narrativa perteneciente a la literatura culta se apropie y transforma los códigos masivos. Una apropiación que en todo caso implica al menos dos cosas; el reconocimiento de cierta funcionalidad de dichos códigos (encantar a un lector masivo, por ejemplo) y reconocimiento de cierta compatibilidad capitalizable de los dos códigos y que va a influir así mismo en dos espacios de lo literario: la flexibilización de sus discurso (para dar cabida al código) y la movilidad de las fronteras canónicas.

Propone, basada en Frederic Jameson, dos modos de contacto: la parodia y el pastiche. El primero está orientado por una mirada jerarquizadora y corresponde a una estética modernista que se orienta a descalificar por vía de la parodia, por vía de la “distancia irónica”, acentuando las diferencias; mientras tanto el segundo modo establece la relación entre los dos códigos disolviendo las jerarquías, horizontalizando el discurso, hibridándolo, nivelando los dos códigos, incluso hasta producir una forma muy particular del pastiche: la parodia homenaje: “A diferencia de la parodia que implica una mirada ridicularizadora desde la alta cultura sobre la forma descalificada, el pastiche igual, nivela sin establecer prejuicios de valor sobre los diversos elementos puestos en contacto (25)

Amar Sánchez plantea la necesidad de atender tres cuestiones: una, es el hecho de que los medios masivos son una presencia dominante; otra es que la literatura hace cada vez más uso de los códigos de masas, pero, ¿Por qué? ¿Cómo trabaja la literatura la relación forma artística/forma popular y qué resultados propone? El otro factor a atender es la pregunta ¿qué efectos produce?

Para responder a las dos últimas cuestiones, Amar Sánchez acude a la idea de que los escritores que hacen uso de los códigos masivos, sobre todo los más recientes, lo hacen menos en forma paródica y más en forma de cita. Son muy conscientes de que el código masivo está asociado al placer fácil, a la repetición y a la consolación incluso manipuladora, pero no es en ese sentido que usan los códigos de masas, es decir no se proponen hacer forma popular, sino que se apropian del código para seducir (también seducidos) y luego lo insertan en una estructura literaria, preparada para cuestionar al lector más que para consolarlo; es decir, reconvierten el código, elaboran un uso literario de lo popular (traicionándolo así). Se desarrolla pues una estrategia sutil y nada sencilla: montar sobre la función seductora del código masivo un juego, un desafío, un efecto literario, es decir, un trabajo opuesto al placer fácil, postergando el placer. Esa es la estrategia que explora, desarrolla y consolida por ejemplo Manuel Puig:

 “La pregunta de Puig gira en torno a cómo cautivar el público, puesto que seducir, narrar y vender son las tres cara de una misma operación” (35); narrar, encantar y convencer como lo hace Molina, el personaje de El beso de la mujer araña, parece, pues la consigna de estas literaturas.

Pero el efecto o el objetivo no sólo es ese (exasperar la condición seductora de los medios masivos a la vez que se los transforma, se los traiciona). A un nivel que podríamos ubicar en las tensiones y luchas mismas del campo de la literatura, los escritores que han incluido las formas masivas y populares en su obra buscan romper el canon para posicionarse dentro de él: “las fórmulas del relato popular marcan la constitución de una narrativa que representará dentro del sistema literario su opuesto: la lucha contra la convención y la apertura a nuevas forma” (37)… “el uso de las cultura de masas, su inclusión, forma parte de esa búsqueda de espacios nuevos, de intentos de forzar las fronteras del sistema… Constituye una estrategia en el conflicto con el arte reconocido que tiene por objeto disputar ese lugar consagratorio y convertirse en un nuevo canon” (27)

Triple efecto, pues: sobre el discurso literario tradicional (que se flexibiliza y adopta códigos masivos), sobre la estrategia comunicativa (que aprovecha la seducción mediática para traicionarla en su objetivo: aplazar el placer) ) / y sobre el sistema literario que termina abriéndose a nuevas formas y a nuevos escritores.

DEBATE

Hasta aquí, la literatura hace uso de las formas populares y masivas para su propio juego, pero habría que plantear cómo realmente se apropia el lector este tipo de literatura (¿como literatura o como código masivo?)

Siguiendo a Omar Rincón, quien afirma que el mensaje final de las narraciones mediáticas se sintetiza en el slogan: «cuéntame (diviérteme), no me ilustres», la pregunta sería: ¿la literatura que hace uso de códigos masivos, en su intento por ilustrar, no cae en la tentación del placer fácil?

En el caso del testimonio, es la voz popular la que busca forma, en el caso de la literatura que hace uso del código de masas. ella busca la eficiencia comunicativa de las narraciones mediáticas, pero qué tal que sean las narrativas mediáticas las que busquen la literatura como forma y de ese modo acabar de colonizar el sentido contemporáneo del mundo? ¿No habría allí una traición de segundo orden?

11 Respuestas a “Literatura y cultura de masas: un pacto faústico

  1. La manera como se apropia el lector de este tipo de producción literaria depende mucho del tipo de lector, es así como podríamos distinguir entre el lector común o el lector de élite. Me atrevería a afirmar que el primero recibiría el texto como una obra literaria (por su título, su autor y su forma de libro), mientras el segundo quizá pondría en duda incluso que estos tipos de textos puedan ser considerados literatura.
    De otro lado, en cuanto a la pregunta de si la literatura que hace uso de códigos masivos cae en la tentación del placer fácil, pienso que en algunos casos sí, y en este sentido, es cuando se pone en duda el valor literario del texto, pues para mi, para que una obra sea considerada como literaria antes que su carácter testimonial, crítico, histórico, etc., debe privilegiarse su valor estético.

    Marcela Londoño

  2. Una interpretación de un texto del curso nos permitiría saber cómo escapa la literatura a la tentación del placer “fácil”. Una lectura de la obra de Escobar Giraldo que ampliara el corpus al resto de los relatos de De música ligera (2008) permitiría saber si estamos frente a un pastiche, una ironía o una simple exposición, con lo cual se resolverían los problemas acerca de la alienación o no de estos relatos. En ese sentido parecería que al final Escobar consigue el efecto de ser un “serio ejercicio político de seducción” (Amar, 2000: 166). En nuestra interpretación, lo que consigue Escobar es la modificación del campo literario, no desde las narrativas mediáticas sino desde el silencio de la escritura. Desde esta lectura, los textos de Escobar no estarían transmitiendo al lector una actitud de “pasividad y resignación” (Lozano, 2007: 192) pues Escobar estaría haciendo una crítica sutil y profunda de ese “analfabetismo intelectual” (Lozano, 2007: 192) de diversos sectores de la sociedad colombiana. Ahora bien, en cuanto a lo que dice Marcela, suponer que hay un lector de «élite» supone una visión canónica de la literatura y no un proceso mental de decodificación que incluso podría ser más rico en cuanto menos condicionado se esté… o no…

  3. Abordaré tres ejemplos de narrativa donde la literatura hace uso de códigos masivos, para continuar con el segundo punto del debate:

    Pues he revisado de nuevo los cuentos de Escobar Giraldo y aun no se mi han gustado o no. Plantean algunas características interesantes como el hecho de montar un artificio sobre otro (me refiero al primer cuento: De música ligera), dándole un espacio (tipología) a la música, e intenta ingresar a las estrategias de seducción de los medios masivos de comunicación como es planteado por Jean Baudrillard, pero creo que si nos remitimos al postulado de Amar Sánchez en que “la extensión y apropiación de la cultura de masas, en obras típicas de la alta cultura, responde a la culminación de un largo proceso de expansión de las formas populares”, esta “apropiación” no se obtiene muy claramente en los cuentos del escritor manizaleño. Si trasladamos las categorías y las llevamos a la novela de Andrés Caicedo: ¡Que viva la música! (para no salirme del mismo código masivo) donde se plantea también esta apropiación, observamos que aquí de manera concreta los medios masivos de comunicación, en este caso, la música, interpretaciones de Richie Ray, Bobby Cruz, Rolling Stones, El Gran Combo de Puerto Rico, la Fania All Stars, entre otros, convierten el caos social en un fetiche que genera identidad y ofrece un manifiesto de la desesperanza de la juventud ante la realidad efectiva. En este caso esta apropiación se acerca más al planteamiento de Amar Sánchez.

    Ahora bien, siguiendo con la música, En la virgen de los sicarios (Vallejo, 1994) este planteamiento persiste aunque es fuertemente criticado, al establecer de una manera radical la influencia de los medios masivos en el comportamiento “alienado” de la sociedad por medio de la radio, la televisión y la música (en especial el vallenato, el heavy metal, etc.), en este momento abarcaríamos el argumento de Amar Sanchez cuando nos dice que “las fórmulas del relato popular marcan la constitución de una narrativa que representará dentro del sistema literario su opuesto: la lucha contra la convención y la apertura a nuevas formas” (37)

  4. Myrena Niño
    Cultura popular
    DEBATE
    Hasta aquí, la literatura hace uso de las formas populares para su propio juego, pero habría que plantear cómo realmente se apropia el lector este tipo de litertura (¿como literatura o como cósigo masivo?)

    Lo planteado en el texto del uso de las formas populares como elemento de seducción, hace alusión al recurso del cine, como se evidencia en el ejemplo y la entrevista que le realizan a Manuel Puig, cabe anotar, que el cine es uno de los recursos contemporáneos que logra un elemento estético, cuando esa transfiguración del texto literario al texto cinematográfico, consolida la validez estética de la obra original y tiene como finalidad llegar a un público más amplio.

    Como en todo, hay muchos intelectuales y críticos que conciben el placer en el diálogo directo con el primer texto, es decir, el narrativo, para ejercer el poder de su propia interpretación y por lo tanto su valoración sin que haya intermediario. Otros, prefieren primero leer el libro y luego observar la película para confrontar la valoración individual y la interpretación que se ha puesto en escena y para el común, es más llamativo y fácil ver la película que retomar el ejercicio de la lectura crítica. Por lo tanto, existen variados factores y pienso que el nivel de cultura que posee el lector es lo que establece la relación de seducción, puesto que cada uno elige la forma de apropiación de la misma.

  5. Bueno, uniéndome a la discusión, también considero complicada la afirmación de Clara Sotelo de que el testimonio necesita la “función solidaria de un estamento letrado, con aparatos e instituciones de cierto poder que permiten que la historia del otro se inscriba en la Historia” y más qué complicada, me parece molesta. Reconocemos la validez de esas otras historias, reconocemos las voces del otro, pero no lo hacemos si son producidas por ese otro, desde “abajo”. Es decir, el testimonio sigue siendo subalterno, rezagado, desconocido… hasta que un escritor, metido en los tejemanejes de las editoriales, con varios libros acreditados y un público ganado, decide darle voz o “prestarle la pluma” para que pueda ser mostrado.
    Siguiendo con lo anterior, no considero que la afirmación de Sotelo sea muy acertada, es más, creo que contemporáneamente el testimonio no ha dejado de ser excluido, no oficial, subalterno, pues esa es su característica más intrínseca. La literatura solamente se ha valido de esta herramienta para narrar historias, para contar de otras formas. Por ello, pienso que es válido el cuestionamiento que se hace al valor estético de estas obras que diluyen las fronteras de lo testimonial y lo literario para crear amalgamas que se deben valorar desde perspectivas distintas y que, de cierta forma, responden a una función social y política de la literatura y del arte

  6. Perdón, no sé que es lo que pasa… pero el comentario anterior es para literatura y testimonio,. De veras lo lamento

  7. Todos sabemos que los libros son un factor importante en la formación humana de cada sociedad y por eso mismo tienen la capacidad de transformar la calidad de vida de las personas, pues despiertan el interés en el campo cultural y fomentan el desarrollo del pensamiento. Los libros tienen en sus manos el desarrollo intelectual de las sociedades y si es así, tal vez la industria editorial o los mismos escritores podrían poner más atención a la calidad de textos que se comercializan sin tener en cuenta más los factores económicos. Es importante que las personas encargadas de este desarrollo intelectual estén más encaminados al objetivo de crear capital humano y mas no capital económico.

    Es cierto, que los libros pueden entretener a las sociedades, pero se debe tener en cuenta que ese no puede ser su único fin. Todos sabemos el gran poder que tienen los libros, entonces por qué en vez de que esta literatura de masas siga tan sólo «entreteniendo», pudiera empezar el camino de convertir los libros en grandes vehículos culturales para así poder contribuir con el desarrollo intelectual de todas las sociedades.

  8. Aqui se entabla una interesante relaciòn entre la masa y el individuo como sujetos que enfrentan la creciòn y asimilaciòn del arte ocntemporaneo. Ya Baudelaire lo profetizo con el nombre de la multitud y el espia. Dos entes que van a constituirse indispensables para la estètica moderna. En Puig se visualiza esa conotaciòn producida por estos dos sujeto a lo largo de la historia. Un cierto elitismo con respecto a una cotidiana sensibilidad. En estas experienicias se pueden constituir los autores literarios. Sin embargom por ejemplo en el caso de Puig quien se ve a si mismo como un creador que busca alargar el deso y el placer no es mas que por negaciòn la asimilaciòn misma de esa busqueda de aprobaciòn de la masa.

    Ricardo R

  9. Considero que no está mal caer en la tentación de la diversión popular que sacrifica los intentos de ilustración. Empezando, siempre ha habido y va a haber una amplia gama de propuestas y la literatura no se va a volcar toda hacia una de ellas. Siempre van a haber escritores que solo quieran divertir, otros que vean más importante el ilustrar, etc. Pero, por otro lado, considero también que oponer tan tajantemente los términos diversión/educación puede ser un error. ¿No es ya un lugar común de la pedagogía el hecho de que como mejor se aprende es cuando el alumno también se está divirtiendo? La diversión no solo es esencial para la educación plena y verdadera de una persona, sino que además puede a su vez, ella sola (es decir, no cuando hay un intento de ilustrar velado por un divertimento sino cuando solo busca crear la experiencia de la diversión), constituir un medio de apropiación de la realidad circundante.

  10. Bastante interesante y completo, un tema que siempre me ha preocupado, y del que poca informacion se puede encontrar para poder comentar. Me alegra poder encontrar uno de los temas que mas me interesan.

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